Hace dos millones de años, un joven mono descubre por azar cómo caminar erguido, cómo hacer fuego, cómo cazar… Claro que Edouard no se parece a sus congéneres: es más pequeño, mucho menos peludo y tiene inutilizada una de sus extremidades. Su ingenio, unido a estas características, permitiría suponer que se trata del primer eslabón en la cadena evolutiva de la especie humana.